En México, el teatro de sordos crece en silencio

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Sin muchos reflectores, el teatro de sordos ha adquirido una enorme importancia en el país. Tanto así que en León, Guanajuato, se desarrolla un Festival Nacional de Teatro de Sordos, para el que se prevé lleguen mil 800 espectadores.






Veintiún años le tomó a la compañía teatral Seña y Verbo consolidar un público no oyente que asistiera a sus puestas en escena. Hoy, en México, el teatro de sordos ya no es sólo el empeño de una compañía tenaz que busca sensibilizar a la gente en torno a la falta de audición; la disciplina ha madurado lo suficiente para realizar un Festival Nacional de Teatro de Sordos, que en su segunda edición, a realizarse en León, Guanajuato, prevé recibir a mil 800 espectadores en sus nueve puestas en escena, entre originales y adaptaciones, como Las mil y una señas o Buscando al Principito en el planeta de ABCña.

“Desde el comienzo nos ha preocupado responder una pregunta: ¿cómo hacer que los sordos vengan al teatro?, porque contrario a lo que pudiera pensarse, quienes asistían a nuestras primeras funciones eran, en su mayoría, personas oyentes”, dice Alberto Lomnitz, director de la compañía fundada en 1993.

”La lengua de señas no es universal, por lo que en el festival apelamos al uso de la pantomima de señas, y así prescindir de un intérprete para el público de las distintas funciones. Se trata, sobre todo, de funciones más visuales que sonoras, pero no de menor calidad que cualquier otra puesta en escena”.