"Amar a Morir": La historia del niño sordo que abre una nueva puerta a la inclusión en la TV

gotrenxy

Diego Chávez concentra diariamente los buenos comentarios en redes sociales por su actuación en “Amar a Morir”. “Él ha demostrado que puede actuar tan bien como una persona que escucha”, dice su mamá

 

“Nunca buscamos esto de la actuación. No imaginamos que iba a llegar a la televisión”, cuenta a Publimetro Susana Petit, la mamá del nuevo “miniactor” que se está ganando el corazón de los televidentes: Diego Chávez.

El menor, de 10 años, ha acaparado elogios en las redes por su interpretación de “Matías”, el hijo de Antonia Zegers y Ricardo Fernández en “Amar a morir”, debido a su gran calidad actoral y lo que significa su presencia en la apuesta vespertina de TVN para promover la inclusión de quienes, como él, son sordos.

Diego -que está siguiendo los pasos de otros niños actores, como Magdalena Urra (“El Camionero”, “Si yo fuera rico”)- padece una hipoacusia bilateral severa, es decir, una sordera severa. Gracias a un potente audífono que amplifica los sonidos logra escuchar un poco. Además, es muy bueno leyendo los labios. Aunque sí puede hablar, por su problema de audición le cuesta hacerlo correctamente. Así que se comunica sobre todo a través de la lengua de señas. De ahí que su incorporación a la teleserie implicara nuevos desafíos como, por ejemplo, que parte del elenco tomara clases de este idioma.

“Trabajar con la inclusión está en el ADN de Televisión Nacional”, dice Rodrigo Sepúlveda, productor ejecutivo de “Amar a morir”, quien fue uno de los impulsores de la idea de contar con un niño sordo en la trama. “Pero no queríamos a cualquiera niño actor en ese papel. De hecho, desde el principio dije que si no encontrábamos a un pequeño sordo que pudiera interpretarlo, prefería que el personaje desapareciera”, relata, para luego revelar que “al primero que encontramos fue a Diego”.

El menor llegó a la teleserie porque la directora de casting del proyecto lo encontró en un colegio para niños sordos. “A ella le gustó su personalidad y liderazgo. Así que le hizo una prueba de cámara en el mismo lugar y se la llevó a los productores”, recuerda Petit, mientras que Sepúlveda agrega que “nos pasó que, tras ver su prueba de cámara, los 5 que lo vimos nos emocionamos con él. Después hubo un casting con 8 niños más. Pero siempre volvimos a Diego porque tiene la emoción en los ojos y en la cara. Él está expresando siempre”.

Tras ser confirmado en el elenco, una coach se puso a trabajar con este nuevo “miniactor”. “Él es muy espontáneo y talentoso, pero ella logró sacar lo mejor de él”, asegura su mamá, con un dejo de orgullo, y destaca que “a todos nos tiene sorprendidos porque realmente es un muy buen actor”.

“Ocurre que él es capaz de expresar muy bien la pena y el enojo. Eso no es fácil de lograr porque no todos los niños pueden controlar esas cosas al actuar. Diego, en cambio, no se desborda. Sino que se mantiene siempre en el personaje”, explica el productor, añadiendo que siempre llegaba con sus textos muy bien estudiados, así que más de alguna vez le tocó corregir a sus colegas mayores. “Tiene una personalidad exquisita. Cuando grabábamos con él, las escenas brillaban por sí solas”.

Fomentando la inclusión

Diego Chávez se ha llenado de elogios desde el debut de la teleserie, cuando mantuvo un diálogo conmovedor con su madre televisiva. “¿Por qué yo no soy cómo los otros niños? Me gustaría ser normal” le dijo “Matías” a “Pachi”, y ésta le respondió con ternura: “Nadie es normal. No tengas miedo a ser diferente”. La secuencia sacó “aplausos virtuales” en Twitter por la actuación del pequeño, pero también por el mensaje que transmitía en pro de la inclusión, uno de los ejes centrales de esta apuesta, según revela Rodrigo Sepúlveda, quien en los años 90 fue un pionero en tratar de fomentar aquello a través de la pantalla chica con la serie “La Buhardilla”, protagonizada por un joven con síndrome de Down.

“Para mí la inclusión es muy importante. Ojalá pudiéramos tener más proyectos que muestren otras realidades…, pero a veces los canales no tienen la consistencia que todos quisiéramos en ese tipo de cosas”, dice, para luego comentar que “(la inserción) es algo que queremos seguir trabajando en TVN”. De hecho, revela que están considerando abordar temas como el Asperger y el autismo, en próximas producciones.

Susana Petit agradece esta disposición que presenta el canal público, por lo que ha significado para ellos como familia. “Para nosotros ha sido genial que hayan incluido este tema de un niño sordo, porque así hemos podido mostrar que tienen las mismas capacidades que todos los demás. Mi hijo, por ejemplo, no es discapacitado y ha demostrado con su talento que puede actuar tan bien como cualquier persona que sí escucha”, señala la mujer, y añade que “para él (la actuación) no fue fácil, pero lo tomó como un juego y lo pasó tan bien, que ya nos ha dicho que le gustaría seguir actuando”.

La alta audiencia que no mide el rating

Al igual que “Pacto de Sangre”, “Amar a Morir” es una teleserie que si bien no registra altos números de sintonía, según la medición del People Meter (6,5 puntos promedio desde su debut a la fecha), es ampliamente consumida a través de las plataformas digitales, posicionándose como otro ejemplo de que las formas de ver televisión están cambiando.

Según cifras oficiales, sólo el primer capítulo ya superó los 100 mil visionados a través de su canal de YouTube. Y las cifras totales se triplican si se suman las reproducciones que han tenido los episodios en el sitio web de TVN. Además, las interacciones de búsqueda de sus contenidos en la página oficial de la señal pública superan las 600 mil.

En redes sociales, también ocurre un fenómeno similar al de la apuesta nocturna de Canal 13, pues cada episodio se posiciona entre los temas más comentados de plataformas como Twitter, donde el capítulo del lunes pasado, por ejemplo, fue primera tendencia.

La emisión del martes, en tanto, tuvo un alcance de casi 3 millones de personas en la misma red social. “Estos resultados nos alegran mucho, porque quiere decir que nuestra teleserie se logró conectar de verdad con el público que, al ver cada capítulo, se siente motivado a conversar y a comentar con otros lo que le produce la historia. Quizá tiene que ver con el tema, no es difícil que conozcamos a alguien que tiene cáncer, y si no lo tiene, la historia nos interpela a preguntarnos qué estamos haciendo para ser felices, cómo estamos aprovechando la vida que tenemos”, señala Sepúlveda.