Jóvenes del Instituto Politécnico de Sonsonate, que pertenece al Servicio Social Estudiantil de LA PRENSA GRÁFICA, colaboran con estudiantes sordos en sus clases y tareas y toman conciencia sobre la igualdad que debe existir entre personas oyentes y sordas.
Una vez a la semana, más de 20 jóvenes estudiantes de bachillerato del Instituto Politécnico de Sonsonate ponen a trabajar sus habilidades manuales y practican el lenguaje de señas para realizar una labor social: colaborar con docentes y alumnos del centro escolar para sordos Carlos S. Langenecger. Los futuros bachilleres visitan dicha institución para colaborar con la elaboración de material didáctico, tanto para alumnos como para docentes; apoyar las tareas y al mismo tiempo para realizar actividades recreativas con 70 estudiantes de parvularia y tercer ciclo .
A pesar de que los alumnos no conocen a profundidad ellenguaje de señas, por el cual se comunican las personas sordas, ellos buscan la forma más conveniente de comunicarse por medio de gestos. Pero la principal colaboración viene de los niños sordos, quienes les enseñan el lenguaje a los estudiantes, lo que genera un aprendizaje simultáneo. De esta manera , los jóvenes enseñan a los niños nuevos conocimientos y significados y los jóvenes aprenden sobre el lenguaje de señas.
Para Concepción de Palucha, directora del centro escolar Langenecger, este tipo de sociabilización y comunicación entre estudiantes sordos y oyentes es uno de los mayores beneficios que se obtiene con las visitas, ya que los jóvenes descubren las habilidades que tienen los niños, y luego ellos pueden convertirse en portavoces de la importancia de tratar a las personas sordas equitativamente.
“En ocasiones, muchos discriminan a las personas sordas por tan solo el hecho de no conocer su lenguaje. Pero aquí los jóvenes tienen la oportunidad de ver a diario cómo se desenvuelven, cómo buscan opciones para transmitir lo que quieren decir y descubren las capacidades y el entusiasmo que tienen estos niños por aprender”, expresó.
Sin embargo, el primer paso que deben enfrentar los alumnos al inicio del proyecto no es solo aprender el lenguaje de señas, sino también tomar conciencia sobre el respeto que se les debe dar a las personas sordas. “Al principio se les hace conciencia de que deben tener mucho cuidado porque los niños se fijan en todo. Si ven algo que no les gusta, no aceptarían la presencia de ellos”, comentó Palucha.
Para los estudiantes, practicar el respeto y el trato igualitario entre sordos y oyentes se convierte en un incentivo para realizar las visitas. “Me gusta compartir con ellos porque he comprendido que los oyentes no podemos creer que somos mejores, sino todo lo contrario, ellos en ocasiones tienen más entendimiento que nosotros porque analizan más las cosas”, dijo Marisela Ayala, de 16 años, estudiante de segundo año de bachillerato.
Reacciones positivas
Los niños del colegio han recibido con mucha aceptación el apoyo del instituto politécnico y aseguran que les han ayudado a tener mayor conocimiento en significados de palabras, que para ellos es muy importante aprender. “Nos apoyan mucho y nos gusta trabajar con ellos, nos enseñan los conocimientos que ellos traen y nos ayudan en las palabras”, dijo Tania Paola Maye, de 14 años apoyada por su intérprete.
También destacan la convivencia y el respeto que los jóvenes demuestran en cada visita que reciben. “A la hora de educación física y en los recreos juegan con nosotros y también nos respetan. Con ellos tenemos la oportunidad de compartir con otras personas”, expresó Kevin Serrano de 14 años, a través del lenguaje de señas.
Al mismo tiempo, los jóvenes reciben beneficiospersonales al convivir y colaborar en la institución y han aprendido a integrarse con ellos. “He tomado conciencia sobre la importancia de tratarlos bien y me molesta que los marginen. Ellos merecen un buen trato”, dijo el estudiante Henry Aquino, de 17 años.
A pesar de que los alumnos no conocen a profundidad el
Para Concepción de Palucha, directora del centro escolar Langenecger, este tipo de sociabilización y comunicación entre estudiantes sordos y oyentes es uno de los mayores beneficios que se obtiene con las visitas, ya que los jóvenes descubren las habilidades que tienen los niños, y luego ellos pueden convertirse en portavoces de la importancia de tratar a las personas sordas equitativamente.
“En ocasiones, muchos discriminan a las personas sordas por tan solo el hecho de no conocer su lenguaje. Pero aquí los jóvenes tienen la oportunidad de ver a diario cómo se desenvuelven, cómo buscan opciones para transmitir lo que quieren decir y descubren las capacidades y el entusiasmo que tienen estos niños por aprender”, expresó.
Sin embargo, el primer paso que deben enfrentar los alumnos al inicio del proyecto no es solo aprender el lenguaje de señas, sino también tomar conciencia sobre el respeto que se les debe dar a las personas sordas. “Al principio se les hace conciencia de que deben tener mucho cuidado porque los niños se fijan en todo. Si ven algo que no les gusta, no aceptarían la presencia de ellos”, comentó Palucha.
Para los estudiantes, practicar el respeto y el trato igualitario entre sordos y oyentes se convierte en un incentivo para realizar las visitas. “Me gusta compartir con ellos porque he comprendido que los oyentes no podemos creer que somos mejores, sino todo lo contrario, ellos en ocasiones tienen más entendimiento que nosotros porque analizan más las cosas”, dijo Marisela Ayala, de 16 años, estudiante de segundo año de bachillerato.
Reacciones positivas
Los niños del colegio han recibido con mucha aceptación el apoyo del instituto politécnico y aseguran que les han ayudado a tener mayor conocimiento en significados de palabras, que para ellos es muy importante aprender. “Nos apoyan mucho y nos gusta trabajar con ellos, nos enseñan los conocimientos que ellos traen y nos ayudan en las palabras”, dijo Tania Paola Maye, de 14 años apoyada por su intérprete.
También destacan la convivencia y el respeto que los jóvenes demuestran en cada visita que reciben. “A la hora de educación física y en los recreos juegan con nosotros y también nos respetan. Con ellos tenemos la oportunidad de compartir con otras personas”, expresó Kevin Serrano de 14 años, a través del lenguaje de señas.
Al mismo tiempo, los jóvenes reciben beneficios
Fuente: http://www.laprensagrafica.com