“Hay que quitar el mito de que los sordos no pueden disfrutar un concierto. El vestuario, la expresión corporal, el baile… todo eso se complementa para que el sordo pueda entender el concepto de la música Quizás los sordos no puedan escuchar la música pero sí la pueden sentir. ”
Ésas fueron las palabras que el director y fundador de Canto Al Silencio, Juan Hernández, pronunció en entrevista con Animal Político, antes de presentarse en el 3er. Festival de la Canción con Lengua de Señas Mexicana.
Durante los días 6 y 7 de junio en la Expo Guadalajara, en la capital de Jalisco, convivieron dos universos distintos a través de la música. Personas sordas y oyentes se conectaron a través de un puente que les fue tendido gracias a una iniciativa que laasociación Educación Incluyente organiza desde 2011, y con la que las culturas sorda y oyente han cohabitado desde entonces: un festival de música para sordos.
Pero, ¿cuál es el factor que los une? A decir de Rodolfo Torres, maestro de dicha organización y maestro de ceremonias del festival, se trata de la Lengua de Señas Mexicana, una lengua oficial en México desde 2005, mediante la cual un oyente puede comunicarse con una persona sorda.
El profesor de lengua de señas mexicana en la Secretaría de Cultura del DF, Juan Hernández, es un ejemplo de esto. Él viajó a Guadalajara para participar en el festival dentro de dos categorías: como solista oyente, de la cual obtuvo el segundo lugar, y en la de dueto o agrupación.
“Venimos a apoyar y a difundir la lengua de señas”, comenta el director junto con otros dos integrantes de Canto al Silencio, la agrupación originaria Distrito Federal que dirige y que desde 2008 se dedica a dar conciertos para personas sordas.
En este video, Juan explica por qué escogió interpretar “Hazme un sitio entre tu piel”, una canción de la banda española de metal, Mago de Oz.
En la edición de este año, participaron 40 concursantes en 20 presentaciones repartidas en tres categorías: solista sordo, solista oyente y duetos o grupos, las cuales estuvieron divididas en tres lugares. Los primeros lugares de las tres categorías obtuvieron un trofeo y un premio de 7 mil pesos, mientras que los segundos y terceros lugares recibieron, además del reconocimiento, y 5 mil y 3 mil pesos, respectivamente.
Para determinar a los ganadores de cada categoría, los concursantes fueron calificados tanto por jueces especializados en LSM y en cultura sorda como por los propios asistentes al festival, quienes provenían de distintos estados de la República, como Chihuahua, Zacatecas, Jalisco, Ciudad de México, entre otros.
En su mayoría se trata de jóvenes de entre 17 y 25 años, de los cuales muchos son estudiantes de la Preparatoria 7 de la Universidad de Guadalajara, con quienes colabora Educación Incluyente desde 2012.
Los participantes interpretaron temas de artistas tan variados que van desde “La Fugitiva”, cantada por Natalia Lafourcade hasta “La Vida en Rosa” de Edith Piaf y “Darte un besito” de Prince Royce. Pero éstas son canciones que fueron compuestas para oyentes. Son temas que la gran mayoría de sus intérpretes no podrán escuchar… aunque sí ver.
Pero Rodolfo Torres lanza una advertencia: “el festival no es cultura sorda, porque la cultura sorda no incluye música… al menos de la forma en la que ésta se entiende tradicionalmente. Éstas son personas que aprecian el mundo a través de otras formas: a través de los ojos. Son gente de la vista”, comenta.
El investigador de la comunidad sorda mexicana, Ernesto Escobedo, señala que es importante “cuestionar la normalidad“. “De pronto a las mayorías le cuesta mucho trabajo reconocer las diferencias. No existe contacto con los grupos minoritarios, con los grupos que tienen otras formas de vivir. Siempre hay muchos rechazos, prejuicios y actitudes establecidas. Lo que hace falta es el acercamiento del grupo mayoritario con los grupos de la diversidad. Esto nos lleva a reconocer la experiencia humana en todas sus posibilidades”, cuenta.
Lo que Educación Incluyente quiere promover con el Festival de la Canción en Lengua de Señases que los participantes se sientan orgullosos de ser sordos.
En Jalisco, la comunidad sorda asciende a 75 mil personas, de las cuales 40% son analfabetas. Y a pesar de que el festival se celebra desde hace apenas tres años, tiene todo un contexto detrás de sí. Al menos desde los años 60 en ese estado ha existido una lucha histórica por los derechos de los sordos. En 1975 se abrió en Jalisco la primera escuela pública con atención a esta comunidad: el Centro Escolar para niños sordos. Seis años después, se constituyó lo que ahora se conoce como la Asociación Deportiva, Cultural y Recreativa Silente de Jalisco.
En ese sentido, Educación Incluyente se enmarca dentro de los nuevos esfuerzos de la comunidad sorda para conquistar espacios propios con iniciativas como el Festival de la Canción en Lengua de Señas o la búsqueda de espacios informativos en lengua de señas a través de YouTube. “La comunidad sorda encuentra en el deporte y en el arte una manera digna de reafirmarse“, señala el maestro de ceremonias.
De acuerdo con Rodolfo Torres, quien es maestro en Comunicación por la Universidad de Guadalajara, históricamente ha permeado que la sordera es una enfermedad, una deficiencia, una limitante. “Este festival busca dignificar la imagen del sordo. Aquí queremos que ellos venzan estos prejuicios y obstáculos que a través del tiempo se han establecido”, dice.
En un concierto “normal”, después de que una banda toca una canción, lo acostumbrado es que la gente aplauda estruendosamente al tiempo que chifla y grita. En el Festival de la Canción en Lenguaje de Señas, sin embargo, eso no sucede.
Éste es otro tipo de concierto. Aquí, después de que un concursante termina de interpretar un tema, el silencio es apabullante. Aunque las personas aplauden, lo hacen de distinta manera: mueven las palmas de sus manos de izquierda a derecha. Y a pesar de que visiblemente están emocionados, los únicos gritos que escuchan son los que pueden observar y gesticular con sus manos.
A pesar del gran número de participantes sordos, el volumen de la música es muy alto, pues así es como pueden sentir las vibraciones de la canción que interpretan. Aunque a los oyentes se les dificulta platicar por el alto volumen tan alto, los sordos ni se inmutan, pues pueden interactuar en lengua de señas mexicana sin mayor problema. Para los oyentes, así se escucha el silencio. Para los sordos así se ve la música. Con los ojos.
Como parte de las actividades inaugurales del festival, un grupo de jóvenes sordos de la Prepa 7 bailan al compás de un ritmo de cuatro cuartos, tocado por tambores y percusiones. A lo lejos, se ve la figura de Romeo Martín, diseñador textil y coreógrafo de Educación Incluyente, donde trabaja con los participantes originarios de Jalisco, que, a manera de un director de orquesta, conduce a los bailarines con su mano derecha, desde la cual les indica el compás de la canción en turno: 1, 2, 3, 4 y vuelve a comenzar.
Pero apenas se da por inaugurado el festival, los concursantes sordos deben de recurrir a otro mecanismo para poder interpretar las canciones que escogieron: deben verse a sí mismos. En el escenario hay una pantalla en la que observan un video en el que ellos mismos interpretan la canción con la que concursan. “La sincronía entre esa pantalla y el participante sordo es fundamental”, señala Rodolfo.
Sin embargo, la responsabilidad de Romeo Martín, quien trabaja por segundo año consecutivo con Educación Incluyente, no se agota en los primeros momentos del festival: él es quien escogió las canciones de los 2 participantes oyentes y 22 sordos a su cargo, por lo que su tarea se reduce a la percepción. “Dependiendo de cómo vea a los chavos, les escojo su canción. Si veo que están enamorados, entonces les pongo una canción de amor“, cuenta el también diseñador.
Pero en la tercera edición del Festival de la Canción en Lengua de Señas Mexicana apenas la mitad de los participantes son de Jalisco. El resto es de la Ciudad de México y de Coahuila. ¿Cómo escogieron ellos sus canciones? Rodolfo explica que, al menos los competidores sordos, han elegido una canción porque les gustó o se sintieron identificados con la letra, no por un arreglo musical.
“La música natural sorda, por llamarla de alguna manera, regularmente es un compás muy repetitivo”, explica Rodolfo. Sin embargo, toda la música que se vio y escuchó en el festival fue compuesta para oyentes. Debido a la corta edad del Festival de la Canción en Lengua de Señas Mexicana, no se ha presentado el caso de que algún participante concurse con alguna composición propia. Al menos no aún. Mientras tanto, todas las canciones son adaptadas a lengua de señas.
“Ellos toman la canción en español, ver cuál es la frase y esa frase traducirla a señas. Muchas veces no son literales. Porque no hay equivalencias entre la lengua de señas y el español. En México hay variaciones regionales. Un sordo tiene señas particulares de aquí, que alguien de la Ciudad de México o el norte no tienen“, comentó.
“Vivimos en un mundo en el que la hegemonía de lo audible está presente en todo momento. Aquí queremos cuestionar ese hegemonía y plantear otras posibilidades. Plantear que otros mundos existen”.
Las palabras clave al hablar de canción en lengua de señas son expresividad y movimiento. Por eso la gente de Educación Incluyente insiste que se trata de un arte: es una forma de decir un poema con las manos. Cuando a Romeo se le pregunta qué es la canción en lengua de señas mexicana, él contesta: “Es pura alegría“.
Aquí, los ganadores de las tres categorías de la tercera edición del Festival de la Canción en Lengua de Señas Mexicana.