Jóvenes sordos se preparan para ser profesionales en Nariño

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Conozca las historias de estos estudiantes del Sena que trabajan para tener su propia empresa.

Marcela Arcos no pierde detalle de las texturas, las formas y las combinaciones cuando alguien está a su lado. Diseña y rediseña en todo momento, en su mente, lo hace inclusive cuando pasea la vista por la redes sociales en Internet o cuando ve televisión. A cada cosa le pone su toque personal.

Es una pasión que la acompaña desde niña y que ahora moldea en las aulas de la Finca Lope, del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena), en la capital de Nariño, en sus clases del programa de Diseño para la industria de la moda.

Allí no importa que su inspiración llegue desde lo más profundo de su ser y que a veces no entienda lo que sus instructores dicen, porque esas palabras no llegan a sus oídos.

Es sorda de nacimiento por lo que considera una mala pasada o hasta un castigo divino. Pero eso no importa porque el gusto por dibujar, diseñar y crear, ha sido más fuerte que cualquier dificultad.

“Yo quiero compartir todos esos conocimientos con mis amigos sordos, me gusta ver si es o no adecuada la forma de vestir en las personas, si estos zapatos me combinan con esta cartera”, dice la joven, de 22 años, quien aspira a graduarse dentro de un año.

Su meta después es tener su propia empresa y dedicarse al diseño de ropa para niños. Es una alternativa porque le preocupa pasar hojas de vida y que le digan que no le dan trabajo porque es sorda.

“Por el contrario quiero tener mi propia empresa y darles trabajo a mis amigos”, dice con una tímida sonrisa.

Mientras sigue el movimiento de sus manos, Mateo Ibarra, otro joven sordo que estudia Diseño, asegura que sueña con las pasarelas.

El aprendiz, de 24 años y que ya había trabajado en confecciones, dice que este paso ha sido importante para conocer con fundamento los secretos de una buena confección y al tiempo conocer a personajes famosos.

Mateo, quien adquirió la sordera de nacimiento porque su madre durante el embarazo sufrió la varicela, expresa que una vez concluyan sus estudios en el Sena quiere seguir en el campo del diseño.

“Mi objetivo claro es tener una buena calidad de vida. Más adelante se analizará qué proyectos se pueden adelantar”, dice este chico, y reconoce que se ha ganado el afecto de sus compañeros y de las instructoras por su buen humor.

Lo confirma Katherine Chalá, que al igual que Marcela y Mateo, a pesar del silencio que la rodea desde niña, sueña con que sus creaciones sean conocidas en el mundo.

Para ella es importante que Pasto siga el ejemplo de Medellín, que le apostó a la industria de la moda y ahora ostenta un gran desarrollo.

Su proyección, en un año, cuando culmine sus estudios, es iniciar la carrera profesional para complementar su formación en lo que tiene que ver con el diseño, “porque me gusta el dibujo y creo que con mi imaginación y capacidad yo puedo crear”.

Esta jovencita está feliz en las aulas del Sena en Pasto y aunque revela que los primeros días no sabía a qué se iba a enfrentar, cada día confirma que es lo que más quiere y más por la calidad de sus compañeros, que también han aprendido el lenguaje de las señas.

A los jóvenes que tienen la fortuna de contar con todos sus sentidos, Katherine les pide que “aprovechen las oportunidades, que hay muchas opciones de capacitarse y de aprender; es muy importante esforzarse para tener un mejor futuro”.

Con el sabor de la fruta

En otro sector de la Finca Lope, en las aulas donde se imparte el programa de Procesamiento de Alimentos, David Ramiro Nupán opina que lo más difícil del aprendizaje con su limitación auditiva es profundizar los temas, “pero no importa, me ha tocado luchar muchísimo, leer bastante, tratar de comprender el castellano, pero le doy las gracias al Sena por la oportunidad que me brinda”.

A sus 27 años se inclinó a seguir este programa en particular porque le gusta y le interesa saber lo que tiene que ver con carnes, lácteos y embutidos, pero además, quiere saber cómo se manejan las empresas y los hogares.

Él tiene la firme convicción de poder tener su propia fábrica de alimentos y la línea en particular que le gustaría experimentar sería la de las frutas para poder extraer la pulpa y la mermelada.

“Lo que nosotros necesitamos de la sociedad no es que nos tengan pesar o compasión, sino que se interesen por saber sobre nosotros, de que estamos haciendo uso de un idioma con una estructura gramatical que nos permite entender, aprender y progresar”, asegura David.



La intérprete de señas, Sofía Timarán, quien se ha convertido en una aliada incondicional de estos jóvenes, no descansa entre clase y clase porque la mayor motivación es que estos chicos entiendan y que no haya duda.

Para esta licenciada en Educación Física no ha sido difícil trabajar con ellos. En sus años de estudio compartió con Sonia Rosales, una excelente deportista sorda, quien participó en los Juegos Sordo Olímpicos en Taipei (China) y a quien agradece haberle enseñado la lengua de señas.

“Nunca tuvo intérpretes en la universidad, así que yo quise asumir esa responsabilidad y desde entonces empecé a aprender señas y después comencé a capacitarme en lengua de señas con seis niveles del idioma y todos los días sigo aprendiendo muchas cosas más”, revela la intérprete, quien asegura que son muy pocos los que hay en esta capital, donde la población sorda asciende a unas 500 personas.

La instructora del Sena en Diseño de Modas en Pasto Amanda Trejo destaca que se trata del primer programa de inclusión de jóvenes con sordera en Colombia que imparte ese organismo y al hacer parte del mismo no oculta su agrado y su satisfacción.

“Ha sido una experiencia muy enriquecedora porque es la primera vez que interactúo con personas con este tipo de discapacidad; la verdad tenía mucho susto, pero poco a poco me fui desenvolviendo, eso me ha permitido valorar a esas personas”.

Ahora estos jóvenes creadores de diseño son el ejemplo de un país. Sostienen que es el momento de que Colombia deje de ver a esta población con lástima y reconozca que sus habilidades son iguales a las de cualquiera.

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